Una catarsis que cure las heridas

Dic 24, 2024

Por Lina Robles Luján

Red Sur Barranquilla promueve el empoderamiento, el liderazgo y la participación política de los y las jóvenes en el departamento del Atlántico a través de un dispositivo de arte público y teatral: el Monumento por la dignidad y la memoria de las víctimas del conflicto armado.

Aquella tarde de noviembre del 2010, cuando los actores salieron a escena, la Plaza de la Aduana, en el centro histórico de Cartagena, capital de Bolívar, ardía de calor. Como tantas otras veces, los integrantes del colectivo Red Sur Barranquilla tenían todo dispuesto para comenzar “La gran caminata”, un segmento de la obra e iniciativa Monumento por la dignidad y la memoria, en el que un grupo de actores representa el desplazamiento de campesinos a causa de las balas y los explosivos detonados por los grupos armados en Colombia. Pero, a diferencia de otros días, la tensión se apoderó de los actores y de la audiencia cuando en medio de una multitud de rostros oscuros, sin forma, alguien gritó: “¡Les vamos a meter una bomba!”.

Aunque no era la primera vez que diversos agresores estigmatizaban o señalaban la caminata, pues ya en el pasado algunas personas les habían gritado que practicaban brujería, esta vez fue distinto, recordó Stefany Paola Mosquera Salcedo, vicepresidenta y lideresa de Red Sur Barranquilla; porque el miedo se apoderó de los integrantes del colectivo que, ante aquella amenaza, decidieron dispersarse sin terminar la puesta en escena. El miedo había ganado de nuevo.

El Monumento por la dignidad y la memoria es un dispositivo de arte, en tanto combina artefactos simbólicos y puestas en escena con las que pueden interactuar los espectadores, que tiene un carácter público, comunitario e itinerante. De esta manera, Red Sur Barranquilla interviene espacios públicos buscando visibilizar las violaciones a los derechos humanos y aportar a la construcción de memoria social de lo que ha dejado el conflicto armado. Sus representaciones tienen la misión de preservar los hechos de violencia que han ocurrido en el Caribe colombiano y de generar reflexiones en la audiencia que observa esta puesta en escena, que ya se ha presentado en diversos escenarios a lo largo y ancho del país. “Por fortuna la mayoría de las veces, las reacciones son positivas y eso es lo bonito de poder representar este Monumento y de que más y más personas quieran integrarse, participar y contar su historia”, destacó Stefany. “De cierta manera, representar el Monumento siempre es un riesgo y un desafío para defender los derechos en nuestro país, porque vemos el miedo en el público”, manifestó Libardo Diago Velásquez, uno de los primeros líderes de este colectivo.

En la mayoría de los montajes, los integrantes de Red Sur Barranquilla son abordados por todo tipo de personas, entre dolientes y víctimas, a quienes se les encarga escuchar y dar consuelo. La victimización que han vivido algunas de estas personas incluso permanece en el anonimato, porque muchas les confiesan a los integrantes del colectivo que no han denunciado su caso ante las autoridades y ni siquiera tienen un documento legal que les permita confirmar la desaparición de algún ser querido. Son voces que han sido silenciadas por el miedo y la violencia, pero que encuentran en el Monumento un lugar para rendir homenaje a las víctimas y vivir el duelo.

Presencias, la esencia del Monumento

La utilería de Monumento por la vida, la dignidad y la memoria está compuesta por una bandera de Colombia de 300 metros de largo y por 300 lápidas de madera con sus respectivas cruces. La obra toma elementos del arte para representar la violación a los derechos humanos en medio del conflicto armado, como un ejercicio de memoria.

Red Sur Barranquilla nació en el año 2001, cuando hizo la primera puesta en escena del Monumento, que se llevó a cabo en uno de los sitios más emblemáticos de Barranquilla: la Plaza de la Paz, por ser el corazón de la ciudad y uno de los espacios al aire libre más grandes de la urbe. En ese momento “las lápidas visibilizan a las víctimas de ‘falsos positivos’, pero después el espectro se fue abriendo hacia víctimas de otros crímenes”, recalcó Libardo.

Esa primera intervención estuvo conformada por ladrillos de color blanco, los cuales tenían lápidas pintadas en uno de sus lados, con el mismo estilo gráfico de los carteles funerarios. En ellas se identificaba el nombre de la víctima, el hecho de violencia que sufrió y el lugar y la fecha de ocurrencia del mismo. La mayoría de los nombres fueron aportados por víctimas que le contaron su historia al colectivo.

El montaje también tenía “tropezones”, que son figuras humanas elaboradas en madera, con un tamaño de 1,70 metros, en las que se ponen fotografías de las víctimas: “A veces me da miedo entrar allí donde están, porque nos tropezamos con ellos y se ven tan reales que muchas veces he llorado cuando representamos el Monumento, porque son miles de personas a las que les arrebataron a sus familias y ya no están allí”, reconoció Stefany, reflejando temor en su expresión y en sus manos temblorosas.

En el 2008 Red Sur Barranquilla comenzó a hacer ajustes en ese montaje y los ladrillos empezaron a transformarse en lápidas de madera, para posibilitar una mayor movilidad de la obra. Además, el colectivo incluyó, en un principio, una bandera de Colombia para tapizar parte del suelo; este símbolo creció con el paso de los años, hasta llegar a los 300 metros.

Junto a esta instalación se escenifica un performance —acción performática e intencional—, representado por jóvenes que previamente han adquirido experiencia teatral, con énfasis en derechos humanos, en las aulas y los procesos de formación de Red Sur Barranquilla. Han sido estos jóvenes, junto con la comunidad, quienes han participado en la construcción de la narrativa de la obra y quienes han protagonizado los relatos que la conforman.

Hasta ahora, ni Libardo ni Stefany han solicitado permiso a las autoridades para escenificar el Monumento, porque consideran que la obra debe ser libre para poderse representar. Además, porque asumen que el espacio es público y sirve como lugar de comunicación para las iniciativas comunitarias.

Un espacio liberador

En el 2004, los integrantes de Red Sur Barranquilla asistieron en Bogotá a una puesta en escena del grupo teatral de la Fundación Cultural Rayuela, denominada Monumento por la vida, la dignidad y la memoria. Esta comenzó a escenificarse en Ciudad Bolívar, Altos de Cazucá, Soacha y otros espacios de Cundinamarca. La propuesta surgió ante “la desaparición de jóvenes en estos sectores de Cundinamarca, en casos que ocurrieron entre el 2004 y el 2006, y a partir del 2008 empezamos a conocer como los mal llamados ‘falsos positivos’, pero que son realmente ejecuciones extrajudiciales cometidas por miembros de la fuerza pública”, recordó Libardo.

A partir del 2006, luego de varios encuentros e intercambios con Rayuela, en medio de diversas puestas en escena itinerantes por parajes de Cundinamarca, los integrantes de Red Sur Barranquilla decidieron replicar esta experiencia en Barranquilla y en varios escenarios de la costa Caribe, conscientes de que en su región existían vacíos y silencios en el campo de la memoria. “Siempre se ha vendido esa idea de Barranquilla como el mejor vividero del mundo, de que la guerra estaba en otra parte del país, menos aquí, pero comenzamos a identificar entre nuestros amigos, familiares y allegados que, de alguna u otra forma, eran también víctimas del conflicto armado”, explicó Stefany.

Red Sur Barranquilla se encargó de recopilar esas historias no contadas, a partir de su acercamiento con la comunidad que participaba en los montajes, en reuniones y grupos focales, para así recuperar las memoria de lo que había ocurrido en el territorio porque, como explicó Stefany, de alguna forma los padres y los mayores, para proteger a los más jóvenes y para resguardar su propia identidad, decidieron dejar esas historias atrás, en el monte, en las trochas, en sus lugares de origen en Bolívar, Córdoba y Magdalena.

Libardo y Stefany ven el Monumento como una herramienta política para visibilizar el sentir de las víctimas y, como ellos lo expresan, poder “sacar esa verdad a la calle”, para mostrar estos hechos, masacres, reclutamiento forzado, desplazamiento, buscando que no sean olvidados y que perduren en la memoria de la sociedad. “Muchas veces, la gente en las ciudades no atraviesa por ese tipo de situaciones, porque no las conocen. Por eso, contarle al público que muchas personas inocentes fueron desaparecidas, muertas y pasadas por guerrilleros y guerrilleras dados de baja en combate es un proceso liberador”, reflexionó Stefany. Para llegar a la casa de Red Sur Barranquilla hay que entrar por una vía destapada en el barrio Lipaya. De acuerdo con un estudio publicado por el Banco de la República en el 2011, este sector es uno de los más pobres de Barranquilla. Para ese año, reveló el documento, el 78 % de la población se encontraba en estado de pobreza. En esta zona de la ciudad, conformada por los barrios Me Quejo, La Manga, Nueva Colombia, La Paz, Los Olivos, El Pueblito, Sourdis, Siete de Agosto, Las Malvinas, El Bosque y Santo Domingo, entre otros, la mayoría de los habitantes se dedica al trabajo informal, y las desigualdades sociales están agudizadas por otros conflictos que repercuten en la violencia. Es por ello que muchos de los jóvenes de estos barrios encuentran en Red Sur Barranquilla un lugar a donde llegar y un colectivo al cual pertenecer.

Este texto hace parte del libro Defender la vida, de la colección periodística “Defender”, publicado en una colaboración entre el Programa Somos Defensores y Hacemos Memoria.