¡Las señalan y les importa un bledo!

Nov 1, 2024

Por Gina Juliet Rojas Hoyos

En Boyacá, la organización Femidiversas interpela a la muy conservadora sociedad andina. Sus integrantes trabajan para que lesbianas, gais, bisexuales y trans no sean discriminadas ni violentadas, sino que sean reconocidas como parte del pueblo boyacense.

La noche del 12 de octubre del 2019 un grupo de mujeres con faldas cortas, escotes profundos y cabello suelto se tomó el espacio público en una esquina estigmatizada del centro de Duitama, Boyacá. Desafiando las frías ráfagas de viento que ese día azotaban el sector, irrumpieron gritando arengas y luciendo sus tacones, lentejuelas y maquillaje de colores. Con sus cuerpos interpretaron bailes y movimientos sensuales entre las aceras y las señales de tránsito de la carrera 19 con calle 17 de esta pequeña ciudad boyacense. Ese día este lugar se volvió el escenario de su performance: el Kabaret transfeminista.

“La calle es el único espacio al que fuimos relegadas en esta ciudad, pero estamos decididas a invadir otros lugares. Utilizar toda la ciudad porque es nuestra. No solo tenemos que estar en la esquina de la 17 con 19, nosotras podemos estar en cualquier lugar … Porque todas tenemos vidas, es importante que nos empoderemos y hagamos uso de esta ciudad como cualquier persona, es nuestro derecho”, expresó Annyka Becerra, una mujer alta, rubia, de ojos negros y tez blanca, que hace parte de la performance.

Annyka es reconocida por ser una de las primeras mujeres trans que adquirió visibilidad en este municipio, después de asumir un liderazgo entre sus compañeras. A ella las mujeres trans le cuentan sus sentires y necesidades, que luego comunica a las autoridades de la localidad para pedir soluciones y cambios. Según ella, el Kabaret transfeminista no tiene precedentes. Por primera vez, dijo, son más que una presencia calificada como hostil por sus vecinos; ahora, son magia que engalana la noche de la llamada Perla de Boyacá, como se le conoce a Duitama.

Durante la puesta en escena, las trabajadoras sexuales trans, apoyadas por otras de sus hermanas, brillaron no solo por sus ojos maquillados y sus sonrisas, sino también por su actuación. No tuvieron miedo ni vergüenza. Llegaron al escenario después de varios meses de estudiar, preparar y ensayar sus shows, porque querían exhibir sus talentos en la calle que es su sitio de vida y de trabajo, pero también el espacio donde las han violentado y donde las han invisibilizado. Por eso, gritaron con fuerza: “¡Nunca más!”.

Annyka es una de las columnas vertebrales que desde la organización Femidiversas sostiene al equipo de artistas que hacen el Kabaret trasfeminista.

Antes de salir a escena, revelaron algunas mujeres, sentimientos que emanan dolor y frustración invadieron sus corazones. Esas emociones les recuerdan la estigmatización a la que son sometidas, la misma que les dificulta encontrar trabajos diferentes a los servicios sexuales y el estilismo. Annyka aseguró que son pocos los momentos en los que sus amigas pueden caminar sintiéndose poderosas.

“Lo que yo haga con mi cuerpo no le afecta a nadie, a mí me lo dieron para hacer con él lo que se me da la gana, sin importar nada, eso no afecta en nada a mi vecino, a mi amigo, a la señora de enfrente, y hay que ser fuertes y sentar una posición”, manifestó Annyka.

Este sentido de identidad y libertad de expresión que ha adoptado el Kabaret transfeminista es fruto del empoderamiento que han asumido estas mujeres gracias a la labor de las organizaciones sociales Furia Transfeminista y Femidiversas, que se unieron para apoyar la exhibición de las puestas en escena que liberan sus cuerpos.

Detrás del telón, Femidiversas

La performance del Kabaret transfeminista es una de las expresiones públicas de un proyecto que emprendió hace varios años un grupo de personas que querían cambiar la dura realidad de estigmatización y violencia que sufren las mujeres trans en Boyacá. A ese proyecto lo llamaron Femidiversas.

Las memorias escritas y audiovisuales de las trayectorias de estas organizaciones hacen pensar que las construcciones y los cambios que promueven colectivos como Femidiversas han sido fáciles de alcanzar, pero llegar a puntos como la puesta en escena del Kabaret transfeminista en Duitama es la materialización de una utopía.

Femidiversas surgió en el corazón de la Casa de la Mujer de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), de Tunja, y de Astrid Castellanos Correcha, médica, docente y feminista; una mujer que por su labor con la población diversa en la región es considerada la madre de mil hijos, un título que lleva, según ellos mismos, por ser “cuidadora y amorosa, que rescata vidas y las apadrina en sus inmensos brazos”.

Laura Zabala tiene 36 años, es psicóloga, activista, defensora de derechos humanos y fundadora de Femidiversas. Desde que era adolescente tuvo en su mente la posibilidad de liderar un proyecto de atención psicosocial con trabajadoras sexuales, pero fue solo hasta el 2014, cuando tenía 28 años, que ese propósito se convirtió en una realidad.

“El proceso en Boyacá arrancó con Trabajadoras con Amor, proyecto dirigido a trabajadoras sexuales cisgénero de Tunja. Luego empezamos a ver convocatorias de otras organizaciones, como Fondo Lunaria, y en el 2017 decidimos crear una organización que fortaleciera a la población diversa de una forma más amplia; así creamos Femidiversas”, relató Laura.

Durante estos años de trabajo, Femidiversas se ha consolidado en Boyacá como una organización que defiende los derechos de la comunidad diversa, mediante el acompañamiento psicosocial, la incidencia política y la promoción de espacios artísticos y culturales, como la performance Kabaret transfeminista, que organizó con sus aliadas de la Furia Transfeminista.

Luces, cámara, acción

Punta-tacón, punta-tacón, mirada profunda y besos al aire. Andra Hernández salió al escenario durante la presentación del Kabaret transfeminista. En ese momento del show las mujeres recordaron a las hermanas que ya no están y también agradecieron a las madres que cuidan cada cuadra de la zona donde las chicas ejercen un trabajo sexual.

En la primera línea que acompaña a Laura Zabala en Femidiversas están quienes han recibido formación y, en algunos casos, quienes han iniciado su transición de género, como Andra Hernández, quien es hoy una reconocida lideresa.

“Inicié en el activismo desde el 2013, cuando tenía 15 años, y fue a raíz de la violencia que viví en mi familia. Esto me llevó a pensar que no quería que otras personas sufrieran lo mismo. Que esperaba que ellas tuvieran acompañamiento. Es satisfactorio abrir caminos en los que decimos aquí estamos, aquí está la resistencia trans, aquí estamos luchando por todas las poblaciones vulnerables”, contó Andra.

Andra dice que la labor de Femidiversas no se trata del asistencialismo para atender por un momento las necesidades más profundas de las personas, sino que se trata de permitirles construir un proyecto de vida digno, en el que puedan volar.

Según un informe de Colombia Diversa, en el 2020 el país registró la cifra más alta de violencia policial, asesinatos y amenazas contra la población LGBTIQ+. El documento da cuenta de 1070 víctimas, de las cuales 333 sufrieron crímenes de odio basados en género. Este documento, además, denunció que hay subregistro.

El equipo de Femidiversas también desarrolla trabajos de investigación que aportan al análisis. Recientemente Lilith Cristancho y Jahira Quintero hicieron parte del equipo de investigación sobre violencias contra las mujeres jóvenes LGBTIQ+, recopilado en el libro La gente me señala.

Allí se obtuvieron algunos datos importantes sobre la discriminación y las violencias que sufren las mujeres lesbianas y bisexuales. Dicha violencia se desencadena desde el momento en que las personas exponen de forma explícita la orientación sexual, según el informe, por las concepciones religiosas que caracterizan a gran parte de las familias boyacenses.

Lilith y Jahira hicieron un apartado especial frente a la discriminación y las violencias que sufren las mujeres trans, en el que parten de datos que fueron recolectados mediante coloquios con 14 mujeres trans, entre ellas Annyka Becerra, quien dice que “casi todo lo que tiene que vivir una mujer trans es violento”. Según el informe, a las mujeres trans se les vulneran frecuentemente casi todos los derechos fundamentales, por ejemplo, la vivienda, cuando hay exclusión familiar. En los espacios públicos las violencias se expresan porque “se notan trans”, situación que produce una constante tensión e incomodidad, y se expresa, por ejemplo, en la acción cotidiana de ir a un baño público donde son señaladas y juzgadas. Además, en este ámbito se hace énfasis en la violencia policial “que se suele asociar a las mujeres trans, específicamente con aquellas que ejercen trabajo sexual (que representan un porcentaje importante de mujeres trans)”, aclara el informe.

Las investigadoras denunciaron la presencia inesperada de la policía en el show del Kabaret transfeminista, realizado en Duitama ese 12 de octubre del 2019, que hostigó a las mujeres trans para entorpecer el evento.

El show debe continuar

Sigue la música… “Y me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella. Y caminé a la puerta, te escuché gritarme, pero tus cadenas ya no pueden pararme… Y miré la noche y ya no era oscura, era de lentejuelas”. Con esta canción de Gloria Trevi de fondo, comenzó a bajarse el telón. Los decibeles de la música también disminuyeron. El Kabaret acabó su función, pero el show no terminó. Sí, el show, el de cada noche y de cada momento de la vida de las mujeres trans, que siendo artistas no pueden tener un escenario de risa y baile diario, pues de alguna manera deben sobrevivir en la selva de cemento que las margina todos los días. Para Femidiversas quedan retos, desean crear otras iniciativas: una cooperativa de trabajo, el seguir ganando espacios como constructoras de paz, contra la impunidad y por una justicia más operante, lo cual no resulta nada imposible. El sueño: transformar la sociedad y hacer de cada calle un mundo, un escenario seguro para las mujeres trans.

Este texto hace parte del libro Defender los pueblos, de la colección periodística “Defender”, publicado en una colaboración entre el Programa Somos Defensores y Hacemos Memoria.

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