SISTEMA DE INFORMACIÓN SOBRE AGRESIONES CONTRA DEFENSORAS Y DEFENSORES DE DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA SIADDHH
El 2020 pasará la historia como el año que cambió nuestra cotidianidad, la manera de relacionarnos a escala global y nos sumergió en un túnel de solitaria incertidumbre de la que aún no salimos. Todo sucedió de manera sorpresiva e inesperada a causa del virus COVID19 que se expandió por todos los rincones del planeta y fue declarado pandemia mundial.
A Colombia la abrazó esta nueva y desconcertante realidad en sus condiciones, muy propias, de inequidad, injusticia social y debilidad democrática, empujando así a millones de ciudadanos a la pobreza y miseria. Antes de decretarse la pandemia en el mes de marzo, y el consecuente aislamiento y cuarentena, el año había comenzado con un mal augurio, pues la violencia contra personas defensoras de Derechos Humanos no daba tregua. Apenas despuntando el 2020, en escasos 5 días (entre el 7 y el 11 de enero), fueron asesinadas 7 personas defensoras de los derechos humanos, de las cuales tres eran mujeres. Aunque las agresiones contra liderazgos sociales ya no sorprenden dada la tendencia creciente en los últimos años a partir del 2017, los elevados índices de agresión son contrarios a la disminución del 7 % de los homicidios a nivel general en comparación con el 2019, según el informe preliminar de medicina legal[1]. Infortunadamente, los homicidios contra personas defensoras aumentaron en un 60,4 % frente al 2019, con el agravante de que la victimización de mujeres creció significativamente. Es decir, a pesar de la cuarentena del año pasado, a quienes defienden los derechos humanos no les sirvió resguardarse en sus hogares, pues hasta allí llegó la letalidad de la violencia.
Pero en 2020 Colombia no solo enfrentó el virus SARSCoV2 y el de la violencia, su salud democrática, que nunca ha sido óptima, sufrió un grave deterioro por cuenta del talante autoritario del gobierno nacional, llevando al país a un momento que podemos llamar la mala hora, en correspondencia con las similitudes que vivimos con la narración de la obra literaria de Gabriel García Márquez.
Al igual que en la novela La mala hora, Colombia, en lugar de estar transitando hacia un posconflicto, atraviesa por un contexto delicado, con grave deterioro de los derechos humanos, ataques a la independencia de la justicia por parte del gobierno nacional, cooptación de los órganos de control e investigación del Estado por parte del partido de gobierno y el incumplimiento total del Acuerdo Final de Paz.
Esta mala hora de la democracia nos deja el invierno de la violencia contra los liderazgos sociales que caracterizó el 2020 y que para el Programa Somos Defensores constituye el registro más alto de agresiones desde la existencia del Sistema de Información sobre Agresiones contra Personas Defensoras de Derechos Humanos SIADDHH. Una estela de asesinatos sin precedentes, una serenata de plomo[2] a pesar del toque de queda, muy similar a lo vivido por el pueblo imaginario de la novela La mala hora, con la diferencia de que no estamos hablando de ficción sino de realidad.
Con el fin de seguir llamando la atención de la comunidad internacional, contribuir en la sensibilización de la sociedad colombiana sobre esta interminable tragedia humana y, sobre todo, para exigirle al Gobierno Nacional y al Estado colombiano, que cumpla con sus obligaciones y detengan esta crítica situación, el presente informe, La mala hora, se compone de tres capítulos sinérgicos: el primero, El espejismo de la democracia, que contiene un marco general sobre el sentido de la democracia en Colombia que pretendieron los constituyentes de 1991 con el Estado Social de Derecho, los principales embates contra ella en estos 30 años de existencia y la vigencia del enfoque de Derechos Humanos contenido en la Constitución, a pesar del acelerado deterioro de la democracia y cómo este favorece la criminalidad contra las personas defensoras.
El segundo aparte, titulado El invierno de la violencia, presenta un análisis del contexto del año 2020 con los principales elementos que muestran el deterioro de la democracia, es decir, la mala hora por la que pasa el país en muchos sentidos, cuando en realidad se debería estar transitando por un periodo de posconflicto con las antiguas FARCEP, donde la implementación del Acuerdo de Paz estaría en el centro de la política pública, terminando, quizás, un proceso con el ELN y resolviendo el sometimiento a la justicia de otros grupos armados ilegales. De esta manera, aquí se plantean los diferentes aspectos sobre los que ha caído la mala hora: los derechos fundamentales, la justicia, la autonomía de los poderes públicos y la paz.
El tercer capítulo, compuesto por el acostumbrado análisis de los datos y cifras sobre agresiones registradas en 2020 por el SIADDHH contra personas defensoras de derechos humanos, muestra en detalle la caracterización del fenómeno, su comportamiento en los territorios, el incremento de violencia contra los liderazgos sociales, las presuntas responsabilidades, los sectores más afectados, entre otros. Esta lectura de la violencia plantea un escenario cada vez más complejo para defender los derechos humanos en Colombia, con una cifra de agresiones que se posiciona como la más alta en los últimos 11 años y que pone de manifiesto que el riesgo es real y cada vez mayor.
Por último, el informe presenta unas conclusiones y recomendaciones dirigidas al Gobierno Nacional y al Estado colombiano, invitando a detener de manera urgente tan dolorosa realidad.
Igualmente, es importante mencionar las difíciles condiciones en que se realizó el monitoreo a la situación de violencia contra personas defensoras, en razón de las medidas de aislamiento social y cuarentena que impidieron hacer verificaciones en el terreno, obstaculizaron la comunicación directa con las víctimas y organizaciones sociales, y que la virtualidad no contribuye a resolver, dado la sensibilidad de la información y desconfianza natural por las situaciones de inseguridad en los territorios.
Como siempre, nuestro sentido agradecimiento a todas y cada una de las organizaciones sociales y de derechos humanos, así como a las personas que nos aportaron en la construcción de este informe, sin su generosidad y apoyo no hubiera sido posible, especialmente al Sistema de Alertas Tempranas SAT de la Defensoría del Pueblo, Oficina en Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, CINEP, Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, Territorios por Vida Digna, Comité Cívico por los Derechos Humanos del Meta, Fundación Social Cordobexia, Organización Indígena de Antioquia, Espacio de Trabajadores y Trabajadoras de Derechos Humanos, Fundación Sumapaz, OBSURDH, Colombia Diversa, CREDHOS, Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos y Fundación Desarrollo y Paz FUNDEPAZ.
Nuestro especial agradecimiento a la Real Embajada de Noruega, por su siempre decidido apoyo a este esfuerzo de información periódica. También a las agencias de cooperación internacional que hacen posible el trabajo cotidiano del Programa Somos Defensores en favor de las garantías para las personas defensoras de los derechos humanos en Colombia: Diakonia Suecia, Misereor, Pan Para el Mundo de Alemania y Amnistía Internacional.
[1] Infobae. 25 de enero de 2021. Durante el 2020 se produjeron 21.602 muertes violentas, el 51 % de ellas fueron homicidios. Disponible en: https://www.infobae. com/america/colombia/2021/01/25/duranteel2020seprodujeron21602muertesviolentasel51deellasfueronhomicidios/
[2] Término utilizado en la novela: Anoche hubo serenata dijo. – De plomo Confirmó Mina. Pág. 200. Edición Norma, 1996.